tag:blogger.com,1999:blog-16922568127975231552024-03-13T01:08:52.214-03:00No será muchoporque siempre puede ser otra cosaAronsonhttp://www.blogger.com/profile/13323651049762050860noreply@blogger.comBlogger75125tag:blogger.com,1999:blog-1692256812797523155.post-79879321342550550432017-07-12T11:59:00.001-03:002017-07-12T11:59:38.409-03:00La delicadeza - Natalia Castex / Pourquoi pleures-tu? - Benjamin BiolayEstoy parada en la punta de un silencio de piedra<br />
¿Qué pasa si detengo este minuto para siempre y se impregna el dolor?<br />
Tengo que escapar de una larga fila de abrazos<br />
No quiero que nadie me acompañe en ningún sentimiento.<br />
Lo que se fue se queda<br />
con un ramito de flores de plástico que<br />
la intemperie de los próximos cinco años va a pintar de gris.<br />
Lo que se queda se va<br />
por un camino de polvos<br />
de ladrillos y el crujir solemne de los pasos educados en la liturgia del lamento.<br />
Lloro sobre el abrigo de Paula, sobre su pañuelo azul con hilos de cielo<br />
Lloro porque de la muerte no se vuelve ni en canciones<br />
El universo es indiferente.<br />
<br />
<div style="text-align: right;">
Natalia Castex</div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
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<br />Aronsonhttp://www.blogger.com/profile/13323651049762050860noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1692256812797523155.post-48469762981922999012017-07-06T09:26:00.000-03:002017-07-06T09:26:07.020-03:00Blues de Gabi - Juanci Laborda / Soñando por mí - Antonio BirabentVarias de las chicas más lindas del colegio habían pasado tardes enteras en mi cuarto. Ojalá eso hubiera significado otra cosa aparte de que abusaban de mi generosidad. Iban para que les grabara música. Yo tenía una vasta colección que constaba de más de 50 casetes originales, casi 600 cintas vírgenes grabadas por un primo mayor que trabajaba de operador en la trasnoche de una radio, y la colección completa de rock nacional que trajo Revista Noticias.<br />
Entre las inseguridades propias de la adolescencia, yo tenía una única certeza: me sabía feo. No feo-feo, sino más bien de belleza media-tirando pa’ fulero. Si yo era un pavo real de plumas grises, la música resultaba para mí unas luces de neón que decoraban mi cola. Gracias a ella en los recreos las chicas me daban la misma cantidad de charla que a los galancitos del colegio. Pero todavía no había podido capitalizar mi único atractivo. Hasta entonces ni siquiera había besado a una chica. Muchos de mis compañeros ya habían tenido una primera novia, presumían de alguna conquista en el matiné, o inventaban la historia de la vez que se hicieron hombres.<br />
Me gustaba toda la música, pero había un tipo de sonido que me volvía loco: los solos de guitarra eléctrica. Entre más chillones resultaban mayor euforia me producían en mi ritual de imitar los movimientos en un instrumento hecho de aire, imaginación y magia. No tenía una banda o canción favorita, escuchaba temas de Vox Dei y los Rolling Stones, hasta el último tema de Pappo o Ace of Base.<br />
<br />
A Gabi la conocí gracias al cumpleaños de una prima quinceañera que nunca vi. Había llegado a San Luis desde Morrison —pueblo del que desconocía su existencia hasta entonces,— para que mamá le hiciera el vestido de fiesta. Al entrar a casa y verla quedé embobado. Jamás había visto a una muchacha tan bonita y el destino caprichoso me la ponía en frente, bajo la cinta métrica de mi vieja. Aunque no molestaba, mamá pidió que desapareciera, que no embromara, que me fuera al dormitorio a escuchar música. Obedecí, en parte por no desafiarla, pero también porque chocarse con una hermosura como la de Gabi merecía tener una banda de sonido. ¿Qué escucharía una chica así? Supuse que algo angelical y lo más parecido que tenía a eso era un casete de los Boyz II Men. Apenas sonar la segunda canción esa belleza de mujer se posaba en la puerta de mi cuarto, tímida y curiosa, mientras mi vieja acomodaba géneros sobre el busto de un maniquí. Le pregunté si le gustaba lo que había puesto y dijo que sí. Ahí supimos nuestros nombres y me contó de ella, que era de ese pueblo cercano a Córdoba, que escuchaba poca música, que el pueblo no tenía ni disquerías ni radio, que la música nueva llegaba en las noches claras en que podía sintonizarse una FM de Villa Mercedes —la ciudad más cercana—, que los chicos de nuestra edad los fines de semanas alquilaban una trafic y se iban a bailar a algún pueblo vecino, y que le gustaba la música romántica, Mariah Carey, los lentos de Bon Jovi y de los Back Street Boys.<br />
<br />
Volvimos a vernos una semana después, cuando tuvo que regresar para hacerse las primeras pruebas. Para esa ocasión le había preparado un casete de regalo con los mejores lentos de mi colección. Esa tarde, mientras mamá trabajaba, la pasamos en mi cuarto. Ella embelesada por todos los sonidos y echada en mi cama —que oficiaba de sillón— y yo, que no podía parar de hablar, pasando tema tras tema en el grabador y contando la historia que había detrás de cada canción.<br />
Unos días más tarde recibí una carta desde Morrison diciéndome que el casete había sido el mejor regalo que le habían hecho jamás. Desde aquella fecha empezamos a escribirnos un par de veces a la semana. En sus cartas me contaba de los preparativos para el cumpleaños de la prima y de la vida de algunas personas del pueblo que jamás conocería. En las mías le comentaba las novedades musicales o les transcribía algunas letras. Estaba loco por ella, pero nada le decía en nuestra correspondencia, me sabía enamorado por primera vez y el miedo al rechazo era más fuerte que el sufrimiento por callarlo.<br />
La siguiente vez que nos encontramos, que era para cuando el vestido debía estar terminado, podía ser la última vez que nos viéramos. Mientras mi vieja le daba las últimas puntadas, Gabi como siempre se arrimó hasta mi dormitorio. De fondo sonaba Laura Pausini cuando, tartamudeando con voz finita y poseído por un coraje desconocido en mí, le pregunté si quería ser mi novia. Pareció no escucharme, su espíritu flotaba por la habitación con los altos de la italiana, y cuando creía que su silencio era la respuesta y empezaba a sumirme en la onda tristeza del desamor con voz bajita dijo que sí, que sí quería. La tomé de la mano y pasaron varios minutos hasta que nos animamos a besarnos.<br />
En condición de novios apenas nos vimos dos veces.<br />
<br />
Los precios prohibitivos de las llamadas de larga distancia hacían que todo lo nuestro se sostuviera en lo postal y en nuestra imaginación de cómo debía ser un amor ideal con banda de sonido.<br />
Aunque había sido una partícipe ausente en nuestra historia, y según contaba en las cartas ella quería conocerme, la prima no me invitó a su cumpleaños, detalle que me molestó pero nunca le confesé.<br />
<br />
A unas semanas de haber empezado todo, Gabi viajó un sábado para visitarme. Pasamos toda la tarde encerrados en mi cuarto escuchando música y besándonos. Esa vez experimentamos cómo era hacerlo con lengua. Después de cenar con mis viejos salimos a un bar céntrico a tomar algo. No hay manera de explicar la cara de todos los pibes, los que me conocían y los que no, cuando me vieron acompañado de una chica de la belleza de mi novia. En aquella ocasión, por primera vez en toda mi adolescencia, dejé de sentirme feo... era el rey del mundo. Pasamos toda la noche a licuados y cocas en distintos bares que frecuentaban los chicos de nuestra edad, y ya de madrugada la acompañé hasta la Terminal para que se tomara el colectivo de vuelta a Morrison.<br />
<br />
Tres semanas más tarde viajé yo. Llevé cuatro casetes: tres grabados especialmente para mi novia con lo que sonaba en las radios de San Luis, y uno con mi música de guitarras chillonas.<br />
Morrison se trataba de un pueblo de unas pocas manzanas construidas alrededor de una única plaza. Me sorprendieron dos cosas: la primera, la cantidad de autos último modelo que circulaban por sus calles, detalle que me resultaba inentendible ya que a un lugar tan pequeño unos pocos minutos alcanzarían para atravesarlo a pie de punta a punta. La otra, la cantidad de gente bonita que había, nada que ver con la imagen mental que uno tenía sobre un pueblo en el medio del campo. La rutina que Gabi había preparado para mi visita era la misma que cuando la recibí, con la diferencia de que el único colectivo diario a San Luis pasaba a las 12 del mediodía, por lo que esa noche iba a tener que dormir en el sillón del living. Sus padres no tenían ningún reparo en que me quedara, sabían cómo era la rutina de los visitantes.<br />
Cuando oscureció, antes de ir al único bar de Morrison, bar que frecuentaba la fauna de todas las edades, dimos una caminata por las periferias del pueblo. Como atractivo turístico me señaló la casa de un tal Cross, un tipo que había sido un modelo famoso en los setenta y que supo ser novio de un diseñador importante. Allí abrigados por la oscuridad de un farol roto, apoyé a mi novia contra la pared y la besé tanto y tan fuerte que se nos irritaron los labios… y suave y muy a la pasada le toqué una teta, la primera teta a una chica de mi vida. En el bar todos conocían a Gabi y tuvo que presentarme, contar quién era, qué hacía, cómo nos habíamos conocido, a qué se dedicaba mi familia y hasta cuándo pensaba quedarme, más de una veintena de veces. Disfrutábamos de nuestras gaseosas tomados de la mano cuando llegaron ellos: los afirmadores de realidad. Ya desde varios minutos antes en todo el pueblo se sintió el retumbe de su música electrónica, pero cuando la trafic se estacionó frente al negocio y bajaron los promotores de un boliche nuevo de Villa Mercedes, supe que algo malo iba a pasar. Yo no sé qué fue, si su sonido moderno o su aspecto de chicos bonitos con remeras a la moda apretadas al cuerpo, pero luego de que Gabi recibiera la tarjeta de invitación ya no volvió a mirarme igual. Desde ese instante esquivó cualquier intento mío por demostrarle afecto.<br />
Nuestra salida se hizo corta. Apenas introdujo la llave en la puerta de casa le puso fin a mi incertidumbre con un hachazo al corazón: no sé qué me pasa, quiero que nos tomemos un tiempo. No me dejó decir ni responder nada. Se metió rápido y apenas hubo cerrado, sin despedirse, se encerró en su cuarto. Toda esa noche lloré sigilosamente en el sillón, herido en mi orgullo porque la aparición de un puto promotor de boliche había corroborado mi fealdad y la indignidad a una chica bonita como Gabi.<br />
El ruido de la actividad familiar nos puso en pie temprano. Mi ahora ex novia evitaba hablarme, pero en cambio muy espaciadamente se mostraba buena anfitriona arrimándome un mate desde la cocina. Tener que esperar el colectivo luego de una derrota así, en condición de visitante, resultaba muy humillante, y cada minuto que pasaba era un gol más que recibía. Para que me entretuviera, Gabi señaló el minicomponente del living y dijo que si quería podía entretenerme poniendo música.<br />
Soporté lo que faltaba haciendo una patética pantomima de tocar en la guitarra los riff de Spinetta, Rata Blanca, Pappo y otros artistas nacionales. En algún momento, faltando apenas un rato para la llegada del cole, la culpa derritió un poco del hielo que le impedía verme sufrir y preguntó cómo me sentía y si algún día podría perdonarla. Estaba destrozado, enojado con el mundo, con todos los promotores de boliches y también conmigo mismo; y no, no iba perdonarla, aunque sabía que ella no tenía la culpa de haberse dado cuenta de que era feo. El poco orgullo que me quedaba me impedía confesárselo. Cuchá esta canción, le dije, tiene un solo buenísimo. Empezaba a sonar “Soñando por mí” de Antonio Birabent. Para desgracia mía la industria musical dice que los solos de guitarra van al final de cualquier canción de 4 minutos, y que deben ser precedidos por un poco de letra y un estribillo. Cómo querés que me sienta hoy / en un túnel que no tiene final / Cómo querés que te mire hoy / si cuando te veo sólo quiero escapar / y ahora seguí mi amor, seguí, soñando por mí... ¡Maldito, Birabent! ¡Buchón y mal tipo! Si en ese pueblo de morondanga jamás habían escuchado tu música, qué necesidad tenías de hacerme quedar como un pelotudo y un arrastrado, qué te costaba decirle a mi ex que ella se lo perdía, que yo me iba a reponer —aunque fuera mentira— y que iba a conseguir una novia más buena y linda que ella —aunque eso fuera imposible— porque el rock’n’roll will never die. Gabi me miró, o creí que me miraba así, como si mi dignidad no valiera gran cosa.<br />
El colectivo arrancó y cuando desapareció por la ventanilla no volví a verla nunca más.<br />
<br />
Unos meses más tarde entró al colegio Lucrecia, de quien me enamoré furiosamente y no fui correspondido, pero ya no volví a pensar en Gabi.<br />
<br />
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Juanci Laborda </div>
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<br />Aronsonhttp://www.blogger.com/profile/13323651049762050860noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-1692256812797523155.post-62237970452171049492017-06-26T09:06:00.001-03:002017-06-26T09:06:53.471-03:00El tiempo es veloz - Norberto Gugliotella / El tiempo es veloz - Pedro Aznar, David LebónNo tenés que llegar tarde. Ya te lo avisaron. No podés llegar tarde. Una vez más y te tenés que buscar otro trabajo. Estás con tiempo, no demasiado. Sin pensar en otra cosa que en llegar temprano y en la cara de tu jefe bajás la primera tanda de escalones. Seguís. Un pie, otro pie y salto breve, llevás el ritmo perfecto que fuiste construyendo con tantos años de hacer este trabajo de bajar escaleras. Un pie, otro pie, pero ahora en la superficie plana. No pensás y caminás. Te torcés, con la cadera chocás el opaco molinete plateado y pasás casi sin detener la marcha. Otra vez escaleras, repetís el ritmo y en tu cabeza solo hay un tic-tac y la cara insulsa de tu jefe. No tenés tiempo de pensar en Natalia, en que finalmente la invitaste a salir y hoy a la noche van a cenar juntos. No, pensás en la velocidad del tiempo. Otra vez superficie plana y gente por todas partes, el andén es un conjunto de seres que esperan ansiosos el estallido de sus instintos más egoístas. Tenés que subir, no podés esperar otro subte. Mirás hacia allá y ves la luz que se aproxima y reverbera en las paredes de la curva previa al andén. El subte se mueve y vos avanzás entre la gente que espera. Ves los primeros vagones y no podés entender cómo vas a entrar. Se detiene delante tuyo y de cientos como vos, abre sus puertas. Bajan. Como siempre pensás que son demasiado pocos los que bajan para tantos que quieren subir. Empujás con calma y no entrás, empujás otra vez con más fruición y tu cuerpo pasa pero el pie derecho queda afuera. Empujás una vez más, ahora con la ayuda de un empujón desprendido de otros brazos que no son los tuyos y ese pie ahora se mete pero no toca el piso del tren. La puerta se cierra y estás adentro. En tu cara se enciende una mueca de alegría porque tus cálculos horarios prevén que no llegarás tarde.<br />
<br />
Arranca el subte. Sentís cómo un codo te oprime el pecho y no podés pensar en el tiempo entre estaciones porque una mochila está pegada a tu sien y una rodilla se clava en uno de tus muslos y no te das cuenta si es el derecho o el izquierdo porque la otra pierna no la sentís y lo único que querés es que te entre un poco de oxigeno ahí abajo donde queda tu nariz perdida entre cabezas y camperas y brazos que se alzan y no te dejan ver el espacio que hay entre la posibilidad de respirar y de pensar que es lo que vos querés hacer porque el tiempo es lo único que te preocupaba hasta ahora que tenés que preocuparte por hacer algo tan elemental como respirar y permanecer erguido sin caer ni golpearte la cabeza contra la puerta que te aprisiona parte de la espalda y un hombro que está más elevado que el otro porque la chica que está a tu costado tiene la cola en el mismo lugar donde está tu mano y no la podés sacar porque no hay lugar y cerrás los ojos para lograr sacar la mano de ese lugar tan incómodo para ella que no te mira porque no se puede dar vuelta y para vos que no la querés ni rozar porque sabés que tu cuerpo y el de ella no deberían tocarse en ningún lugar del mundo salvo ahí donde están todos apretados en la lucha por pararse derechos y respirar y ahí ves que el subte llega a la estación y te vas a poder mover… cuando, a metros tuyo, sin ninguna señal previa que alguien haya podido registrar, un disparo corta el murmullo del silencio en el momento en que se abren las puertas y escuchás gritos por todas partes y ves impávido cómo todos con el horror dibujado en sus rostros intentan salir por donde estás vos todavía mal parado y tu cuerpo cae al andén pero tus piernas siguen en el subte y vos entero te volvés suelo que pisan todos y con el que muchos tropiezan. Pensás en la chica de al lado tuyo, si habrá logrado salir. Ese disparo resuena en tu mente, quién fue, quién cayó. Sentís tantos golpes que empezás a no sentir, mucha gente arriba de tu cuerpo que no se levanta y con la línea de pensamiento que te queda creés que si salís de ahí serás sospechoso de asesinato porque todos huyen y seguramente ahí al lado hay alguien baleado. Ya tus ojos se van cerrando después de un nuevo golpe en la cabeza y el cuerpo te abandona, primero las piernas, después los brazos y el torso y no escuchás más ruido que la nada.<br />
<br />
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Norberto Gugliotella</div>
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<iframe width="320" height="266" class="YOUTUBE-iframe-video" data-thumbnail-src="https://i.ytimg.com/vi/95IQ1aZY-vI/0.jpg" src="https://www.youtube.com/embed/95IQ1aZY-vI?feature=player_embedded" frameborder="0" allowfullscreen></iframe></div>
<br />Aronsonhttp://www.blogger.com/profile/13323651049762050860noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1692256812797523155.post-47773559232544435552017-06-21T11:22:00.000-03:002017-06-21T11:22:25.569-03:00Sin venda - Gabriela Vilardo / Ámbar Violeta - Fito Páez Y entonces echó mano a su ceremonia, ésa que le hacía tener la sensación de que un duende con gorro negro le ajustaría demasiado el pañuelo devenido en venda, como para no soltar amarras y quedar anclada en lo no deseado...esa sensación que no le permitía ver el alrededor tal cual se presentaba y que la conducía hacia una ecuación matemática imperfecta, e intentó batirse a duelo con sus imágenes.<br />
Brazos abiertos, cabeza al cielo, para allá, para acá, para adelante, para atrás. Se detenía, se adelantaba, giraba, se agachaba.<br />
Esa sensación de forcejear y ver por arriba y por abajo del pañuelo que cubría sus ojos y la extrañeza de no arremeter para aflojarlo lo suficiente y de una vez por todas.<br />
Por arriba, por abajo, y los vio venir, como siempre, vestidos de blanco. Duendes con gorros negros que intentarían ajustar el nudo de esa venda...<br />
Por arriba, por abajo, por arriba, para arriba, para arriba, la venda en cofia, y la cofia en la cabeza de la nena que juntaba flores y ellos, caminando por el costado, por la derecha, por la izquierda, para adelante, para adelante, entre los arbustos del parque del hospicio; tranquilos, como si nada, como si algo, como si todo. Su Caperucita de siempre, adulta a contramano del tiempo y del espacio, hacía ramos.<br />
Para abajo, para abajo, para abajo… Y la cofia otra vez venda; otra vez, floja. Un alambrado, un agujero. Las siluetas casi desdibujadas. Por arriba, por abajo. Un alambrado, un agujero. Y un camino más largo.<br />
Sin venda.<br />
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Gabriela Vilardo </div>
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<iframe width="320" height="266" class="YOUTUBE-iframe-video" data-thumbnail-src="https://i.ytimg.com/vi/xbsK5uTNHuE/0.jpg" src="https://www.youtube.com/embed/xbsK5uTNHuE?feature=player_embedded" frameborder="0" allowfullscreen></iframe></div>
<br />Aronsonhttp://www.blogger.com/profile/13323651049762050860noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1692256812797523155.post-53887711246693238972017-06-06T20:30:00.000-03:002017-06-06T20:30:13.121-03:00Chispazo - Pablo Mariani / Creo - Fito PáezEn el pasillo de baldosas blancas y negras, Cata fingió madurez. Javi, seguridad.<br />
Era el cumpleaños de alguien y salió a fumarse un pucho. La vio sentada, mirando al cielo. Se sentó a su lado y le convidó un cigarro. Ella no aceptó, pero le habló de las estrellas. Javi hizo un chiste malo. Cata se rió. Un rayo de luz, una iridiscencia, los unió en la mirada.<br />
Él era de esa clase de rubiecitos que sólo son lindos para tías y vecinas. De esos a los que las pibas toman por uno del montón. Los cachetes rojos de pellizcos y ni un solo beso.<br />
“Mirá qué ojos, debés tener una fila de chicas esperándote”. No, la puta que los parió, no.<br />
Era el capitán de un barquito de papel que navegaba por la zanja hacia la boca de tormenta. Como el del pibe de It. Y ahí esperaba, con los ojos amarillentos y los colmillos afilados, ese payaso hijo de puta que es el destino. Un embudo devenir en fracaso.<br />
Sin embargo, aquella noche en aquel pasillo de baldosas blancas y negras, hubo una charla, un chispazo. Ni las tías pellizconas ni las vecinas pintarrajeadas lo hubiesen previsto.<br />
Un chispazo. Y él volvió a creer.<br />
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Pablo Mariani</div>
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<iframe width="320" height="266" class="YOUTUBE-iframe-video" data-thumbnail-src="https://i.ytimg.com/vi/E9VPFpuzk9U/0.jpg" src="https://www.youtube.com/embed/E9VPFpuzk9U?feature=player_embedded" frameborder="0" allowfullscreen></iframe></div>
<br />Aronsonhttp://www.blogger.com/profile/13323651049762050860noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1692256812797523155.post-88808654124158666642017-05-19T08:25:00.000-03:002017-05-19T08:25:36.121-03:00Se durmió - Anahí Flores / Summertime - Ella FitzgeraldSe durmió.<br />
Afuera llueve.<br />
El sonido del agua me confunde,<br />
podría ser<br />
un disco de vinilo que da vueltas.<br />
El vidrio de la ventana está empañado:<br />
hago una flor<br />
con el índice.<br />
Ella gira en la cuna, sin abrir los ojos.<br />
Cualquiera diría que está<br />
por cantar.<br />
<br />
<div style="text-align: right;">
Anahí Flores</div>
<div style="text-align: right;">
(Del libro <i>Se durmió y otros poemas</i>, Bajo la Luna, 2014)</div>
<div style="text-align: right;">
<br /></div>
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Aronsonhttp://www.blogger.com/profile/13323651049762050860noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1692256812797523155.post-36051211055853140202017-05-12T08:00:00.000-03:002017-05-12T08:00:19.548-03:00Ascensor - Silvina Gruppo / La rusa se fue con los basureros - Avalancha, Dicky CampilongoEn el quinto piso está todo. El “B” es el infierno. Vive una chica que cada dos por tres se pone a gritar en el palier y el padre no le abre. Son noches enteras de un llanto de perro lastimado que se escucha por el hueco de la escalera. Si nos asomamos al balcón, seguro vemos las luces azules dando vueltas a todo lo que da. Siempre alguien llama a la policía cuando La Loca aúlla. Se rumorea que una vez amaneció desmayada en el bañito de la cochera, que se la tuvieron que llevar en ambulancia. Falopera, sentencia papá. Él entiende, no es médico al pedo. Me da miedo abrir el ascensor y encontrarla muerta. Dicen que hace entrar a los linyeras a su casa y que está de novia con los pibes del camión de la basura. Con todos. Parece que como el padre no paga las expensas y no va a las reuniones de consorcio, se habla largo de ellos. Mamá no nos cuenta, pero se lo cuenta a Nélida cuando viene a limpiar y ella reparte para todos lados.<br />
En el “A”, en cambio, vive Alexis con el padre que usa audífonos y la madre que camina con andador. Debe ser adoptado, porque él es perfecto. Tiene el pelo largo hasta la cintura y se parece al galán de la novela, pero mejor todavía, porque nos queda a mano. Hola y chau con Alexis, nomás, pero al menos nos saludamos y sabemos dónde vive. Si queremos le podemos escribir una carta anónima, por ejemplo. Pero en verdad no tenemos nada para decirle, lo que queremos es que él nos diga algo, que nos vea, que se dé cuenta de que estamos ahí. Tardamos años en saber su nombre, no nos animábamos a preguntarle. Nos lo averiguó Nélida, hasta ahí todo bien, pero se le ocurrió decirle que trabajaba para el doctor, con las nenas del séptimo. Un espanto. ¡Nenas! No entendés nada, Nélida.<br />
Llamamos el ascensor y cuando llega sabemos, por la ventanita de la puerta de madera, que hay gente adentro. Se ve que apretamos antes de tiempo. Pero no abren ni la puerta de tijera ni la otra. Se quedan ahí, como si nada. Entonces abrimos nosotras, vamos a disculparnos: uy, los trajimos de paseo. Pero ni nos ven. La Loca y Alexis se matan a besos contra una de las paredes. Les vemos las lenguas. En el espejo se duplicaban ellos y también nosotras, mudas, listas para cerrar y bajar corriendo por las escaleras.<br />
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Silvina Gruppo</div>
<div>
<br /></div>
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<iframe width="320" height="266" class="YOUTUBE-iframe-video" data-thumbnail-src="https://i.ytimg.com/vi/RxLJtC8vfgI/0.jpg" src="https://www.youtube.com/embed/RxLJtC8vfgI?feature=player_embedded" frameborder="0" allowfullscreen></iframe></div>
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Aronsonhttp://www.blogger.com/profile/13323651049762050860noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1692256812797523155.post-7860039786751833782016-12-23T11:00:00.000-03:002016-12-23T11:27:38.310-03:00Feliz cumpleaños - Helga Fernández / No es mi despedida - Gilda En su cara, hoy, habita una sombra distinta a la habitual. No es ni más oscura ni más clara, es otra. La miro. La veo. Le acarició la mejilla, como si el sentir se pudiera palpar. y, le pregunto si está bien.<br />
<br />
Al principio, titubea. Después me cuenta que hoy, 2 de septiembre de 2016, su hija Mara, cumpliría 31 años. Dice que el señor que cuida la tumba la corrigió: - No cumpliría, cumple.<br />
<br />
Como se trata de un día especial, en el cementerio se encontró con la ex-pareja de su hija, Alejandro. Él, estaba con su pareja actual, una torta de chocolate para el festejo y un banquito blanco, de esos de plástico, porque va poco, pero cuando va, está horas. Permanece. Acampa. Le habla. Toma mate con ella. Le pregunta por qué hizo lo que hizo. Que por qué lo dejó. Que cómo pudo hacer semejante cosa.<br />
<br />
A ella no le cayó mal que estuviera con otra. Porque igual él se acordaba de su hija y llevaba colgada una cadenita con la cara grabada de Mara. Justo en el momento en que vio esa imagen, comprendió que él tenía que continuar con su vida. El enojo que todavía tenía, se desvaneció. Además, esta otra chica, estaba acompañándolo justo ese día y en esa situación. Algo que valoró mucho, dijo.<br />
<br />
Parece que cuando en el transcurso de la conversación la piba se fue dando cuenta de que ella no se asustaba de nada, se animó a contarle que siempre acompaña a Alejandro al cementerio y que, para pasar el tiempo, lleva un cuaderno en el que le escribe cartas a Mara. No la conoció, pero si Ale la ama, yo también, me dijo que le dijo. Ahí fue cuando Alejandro le confesó que a veces creía que en esta piba estaba su hija. Ella la miró y pensó que no podía ser, le dio gracia, porque su Marita era una belleza y la piba ésta, en ese sentido, no le llega ni a talones. Al rato la volvió a mirar con un poco más de cariño y pensó que tal vez le llegaba a las rodillas.<br />
<br />
Mientras me contaba, reflexionó que, quizá, a él se le daba por pensar eso porque la piba lo debía escuchar hablar de su hija, dale que te dale, y entonces confundía los tantos, las identidades. No sé si me entendés, me dijo. La piba agregó que, de tanto en tanto, ella misma también cree ser Mara, porque si no hubiera nacido ochomesina, lo más probable es que hubiera caído en este puto mundo el 2 de septiembre del mismo año en que su hija nació.<br />
<br />
Esta piba ledijo, mientras fumaba paco en una pipa violeta, que ella entendía muy bien a Mara, porque, después de haber estado un tiempo limpia, seguro que se había dado cuenta de que tenía nafta para hacer lo que hizo y prefirió no seguir lastimando a nadie, mucho menos a su hijito. A ella, esa explicación le pareció acertada. Cree que su hija, a diferencia de ella misma, pudo dejar a su hijo con su abuela y tomar semejante decisión, como un acto de amor. "Si no se podía cuidar ni a ella, imaginate vos qué iba andar haciendo con una criatura a cuestas, -me dijo-. Además hay que ser muy valiente para hacer lo que hizo. Y, no sólo lo que hizo, sino también cómo lo hizo. No se ahogó. No dejó encendida la llave del gas. No se pegó un tiro. No se tiró del piso once. No se fue como una cagona que se mata mientras está dormida, para no tener que ser consciente del último instante. Tampoco como una impulsiva, que con el fervor de un rapto se arroja o se lastima. Pensó paso por paso la manera de ejecutar su último acto. Tuvo que haber ido a la ferretería, comprar la soga, medido los centímetros necesarios para no fallar, enganchado una punta en el ventilador y otra en su cuello. Y por último, sacar los pies de las mesa, perder la apoyatura y sentir la última gota de aliento, el último suspiro de vida. Y en medio de todo eso, haber escrito sus últimas palabras que dejó en una carta. Una carta que ella nunca pudo leer porque fue incautada por la policía que intervino en el siniestro.<br />
<br />
Una vez que lo hablado terminó de reblandecer los enojos y reproches del pasado, se acomodaron junto a la tumba, prendieron las velitas y todos juntos, incluido el sepulturero, le cantaron el feliz cumpleaños a Marita. También cantaron una canción que a ella le gustaba mucho. Una de Gilda y que llevaba tatuada en su espalda: "No pienses que voy a dejarte/ No es mi despedida/ Una pausa en nuestra vida/ Un silencio entre tú y yo.<br />
<br />
Para brindar y seguir honrando a Mara, la piba le convidó ginebra, camuflada en una botellita de agua mineral. A pesar de que ella ya no toma, no podía despreciarla. Menos, después de todo lo que había dicho y escrito esta piba sobre su hija. Así, que sólo le sacó el luto a la viuda, como quien dice, o le dio un besito al pico. "Pero, la verdad, es que a mí este luto no me lo saca nada ni nadie, -dijo."<br />
<br />
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Helga Fernández</div>
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<iframe allowfullscreen="" class="YOUTUBE-iframe-video" data-thumbnail-src="https://i.ytimg.com/vi/eQbkIG73g5g/0.jpg" frameborder="0" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/eQbkIG73g5g?feature=player_embedded" width="320"></iframe></div>
<br />Aronsonhttp://www.blogger.com/profile/13323651049762050860noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1692256812797523155.post-62001076218076974832016-12-21T11:00:00.001-03:002016-12-21T11:35:11.984-03:00Mapinguarí - Sebastián Fonseca / Ana - PixiesOmitiré algunos detalles para no fastidiar, pero lo que diga será la pura verdad. Es bien cierto que cualquier idiota puede tomar un recuerdo y cambiarle algunas cosas, convirtiéndolo en relato. Pero ése no es mi caso, no soy un ilusionista de la palabra, sino un simple sobreviviente de mi propia ignorancia.<br />
Quizá fuera mi voluntad de impresionarla lo que nos llevó hasta San Buenaventura, un pueblito perdido en la amazonia boliviana. Y, posiblemente, haya sido nuestra inculcada racionalidad lo que nos hizo desoír las advertencias de los pobladores, que tomamos como supersticiones o artilugios para fomentar el turismo.<br />
Decidimos acampar a un par de kilómetros del pueblo, a orillas del río Beni. A media mañana, mientras armábamos la carpa, escuchamos algo similar al canto de un gallo. Nos extrañó que enseguida fueran varios y que, desde lugares distintos, parecieran contestarse. Fue al mirar hacia la parte visible del sendero cuando nos enteramos de que se trataba de niños que, al notar nuestra presencia y como disimulando, comenzaron a gritarse “¡Ya llegamos!”, “¡Ahí vamos!”, “¡Estamos acá!”.<br />
Al mediodía, mientras comprábamos unos víveres en el precario almacén del pueblo, se me ocurrió preguntarle a la viejita que nos atendía por qué los niños de allí imitaban el canto del gallo para comunicarse.<br />
— Todos lo hacemos cuando vamos por la selva —dijo.— Es para asustar a Mapinguarí.<br />
—¿Mapinguarí?<br />
—El demonio de la boca en la panza, el grande de olor feo. Mapinguarí se aleja cuando el gallo canta —dijo, y tuve que contenerme para no soltar una carcajada.<br />
Esa misma tarde descubrimos un sendero estrecho que, en dirección contraria al poblado, se perdía entre la vegetación. Entusiasmados nos lanzamos a explorarlo. Encontramos el paso cerrado varias veces, por lo que tuvimos que hacer varios rodeos en los que descubrimos pájaros de colores impensables, trepamos empinadas pendientes. Notable fue cómo la temperatura bajaba a medida que avanzábamos. Luego de dos o tres horas de agotadora caminata llegamos a una zona desmalezada, pero cubierta por las copas de los árboles, en la que vimos un enorme ojo de agua, un pozo ancho y profundo. Flotaba en el aire un olor pesado, como de huevo duro.<br />
—¡Huele a azufre! —dijo ella.— ¡Es agua termal!<br />
Un lugar húmedo, inquietante. Varias rocas, cubiertas de musgo, rodeaban el pozo. Al asomarme pude ver, a través del agua transparente, una capa blanquecina, de apariencia gelatinosa, recubriendo las extrañas algas del fondo.<br />
Ella pareció feliz por el hallazgo, ¡hasta se metió en ese caldo inmundo! Nadaba, sonriente, invitándome a acompañarla. Asqueado por el olor del agua, me quedé observándola nadar, preguntándome qué era lo que en realidad me atraía de ella.<br />
Sin encontrar otro motivo que no fuera su cuerpo, las cuestiones que hasta ese momento habían sido señal de armonía, se transformaron en interrogantes. ¿Por qué, a sólo dos semanas de conocerla, le había propuesto hacer ese viaje? ¿Por qué aceptó con tanta alegría? ¿Tan aburrida era su vida? Lo poco que la conocía, me indicaba que la universidad había atravesado su mente sin dejar más rastro que un par de frases memorizadas, incomprendidas. Incluso, más de una vez le había escuchado decir “picza”. Pero, caminar con ella despertaba muchas envidias ¡y eso es lo que vale!, pensé. Y así se disolvieron mis repentinos cuestionamientos, para enterarme de que anochecía y habíamos olvidado la linterna.<br />
De regreso, seguimos el sendero mientras fue visible. Si alguna vez has estado en la selva, sabrás lo que se siente cuando cae la noche y explotan los sonidos de la infinidad de criaturas que la habitan. Comprenderás, también, la sensación de estar desarmado y ciego en un entorno así, tan ajeno. Aunque lo de ciego es relativo, porque a los cuarenta minutos la vista se acostumbra y entonces es posible ver a una distancia de unos cinco metros.<br />
Pero en la selva es muy difícil correr.<br />
Avanzamos despacio, cuerpo contra cuerpo, adelantando un brazo para apartar el follaje; sobresaltándonos al tocar telas de araña, sentir el roce de alguna hoja en el cuello o escuchar aleteos y correrías entre la maleza.<br />
Así anduvimos, desorientados, indefensos, hasta que oímos el sonido del río. ¡Sólo había que seguirlo y chocaríamos con nuestra carpa! Y entonces ocurrió. ¡Una presencia enorme nos bloqueó el paso! Sentí, en todo el cuerpo, el aire tibio de una respiración densa que olía a osamenta. Lo que vi fue una sombra descomunal, más negra que la oscuridad reinante; pero lo que creí ver… es incompatible con el lenguaje.<br />
Dicen que lo dicho significa, pero lo hecho define. Y ésa fue mi oportunidad de conocer mi propia naturaleza, de saber de qué madera estaba hecho, de hacer algo de lo que nunca me había creído capaz. Con todas mis fuerzas, empujé a mi compañera hacia esa presencia infernal y escapé saltando entre la espesura, cubriéndome la cara con los brazos, hasta alcanzar el río y zambullirme. Atrás quedaban esos ruidos que nunca olvidaré: un sólo grito, gruñidos, dentelladas y esos chasquidos que, aún hoy, quiero creer que sólo eran ramas secas, quebrándose.<br />
<br />
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Sebastián Fonseca</div>
<br />
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<br /></div>
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<br />Aronsonhttp://www.blogger.com/profile/13323651049762050860noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1692256812797523155.post-52792216609635823692016-12-18T11:00:00.001-03:002016-12-18T11:00:09.224-03:00El secreto del universo - Griselda Perrotta / Dust In The Wind - Kansassoñé tres palabras que eran el secreto del universo o la creación es lo mismo / el universo creo / no me acuerdo pero da igual / y las letras o las sílabas empezaban a cambiar de sitio y formaban menos palabras / quedaban dos / lo hacían una vez más hasta dejar una sola / no recuerdo la palabra / es lo de menos / lo importante es que esa sola palabra contenía todo: lo que había sido antes de ser lo que era lo que no iba a ser nunca y el final de las cosas / condensaba quiero decir el absoluto / una sola palabra / me costaba entender qué presenciaba pero al final comprendía / y desde ese momento mínimo / mío / nunca nada más sería requerido / es decir: el mundo podía desaparecer porque yo lo entendía /eso / y como salidos de un tren fantasma el dios y el diablo se me aparecían se reían entre ellos cuchicheaban y me decían ¿no ves que somos lo mismo? y se convertían en uno /el dios y el diablo se hacían uno / blanco de barba y con cuernos rojos / hombre y mujer era / y el diablo dios estiraba una mano hasta el cielo y la otra al infierno al mismo tiempo las dos y la tierra y las nubes empezaban acercarse / como achicándose todo / y se volvían un papel de finito con el universo (o la creación) adentro / todo porque yo había podido ver la palabra / que no recuerdo cuál era/ y al final / cuando todos y dios y la tierra y el diablo y las nubes éramos solo un papel muy finito / seco casi transparente / el dios diablo abría la boca como hacen (hacían) los dragones y desde adentro el mismo papel a todos nos incineraba y nos volvíamos cenizas / si el viento nos llevaba no sé porque el sueño terminaba ahí / supongo / que adentro del papel habría quedado el viento y a las cenizas también se las consumiría el fuego / si es que eso es posible // lo que me preocupa del sueño no es que dios fuera el diablo / que una sola palabra alcanzara para comprender todo ni que esa palabra exista / que por verla sea yo la responsable del fin / que todo pueda acabar por capricho divino / que nos convirtiéramos en cenizas ni que hasta el viento deje de existir /// lo que me preocupa // es que en mi sueño vos no aparecías<br />
<br />
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Griselda Perrotta
</div>
<br />
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<iframe width="320" height="266" class="YOUTUBE-iframe-video" data-thumbnail-src="https://i.ytimg.com/vi/tH2w6Oxx0kQ/0.jpg" src="https://www.youtube.com/embed/tH2w6Oxx0kQ?feature=player_embedded" frameborder="0" allowfullscreen></iframe></div>
<br />Aronsonhttp://www.blogger.com/profile/13323651049762050860noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1692256812797523155.post-61673012993670327802016-12-14T11:00:00.000-03:002016-12-14T11:00:16.284-03:00Ángel - Maumy González / Chandelier - SiaEnciende la linterna y el haz de luz ilumina el espacio entre los autos. No hay nadie ahí. Vuelve a escuchar el susurro de los pasos, esta vez detrás de él, y se le eriza la nuca. Sabe que ella, la nena, danza en puntas de pie como cada noche por el estacionamiento. Ha logrado distinguirla bien, el cuerpito embutido en una malla rosa pálido, el cabello casi blanco balanceándose por encima de sus hombros, los labios también rosa, sus dientes diminutos. Algunas veces hasta la ha escuchado reír. No debe tener más de diez años. Nunca le ha podido distinguir los ojos, los adivina, apenas, bajo el flequillo. No termina de comprender por qué se le aparece justo a él y no al otro cuidador, ya le preguntó y el tipo se limitó a decirle que se dejara de inventar estupideces. Gira y la nena se mueve, el susurro avanza hasta un punto a su izquierda. Al principio pensó que era un ángel. Una noche logró acercarse lo suficiente como para tocarla pero se contuvo, el contraste entre sus dedos curtidos y la piel casi transparente de ella lo cohibió. Sin embargo, bastó ese ligero gesto para que la nena lo atacara y casi le sacara los ojos. No fue un ataque real sino una sacudida, como un ventarrón. Logró prever el movimiento y se cubrió la cara con los brazos. Igual lo lastimó, no supo cómo, ni con qué. Ahora se toca la cicatriz sobre el pómulo. Ningún ángel habría hecho eso. Además, la nena no tiene alas. Sabe que lo deja observarla de lejos, incluso presentirla. La noche anterior fue ella quien lo rozó con su mano efímera. Él nunca tuvo hijos pero de tenerlos le habría gustado que fueran así, capaces de defenderse como un gato. Sigue sus movimientos con el oído y apaga la linterna. Hoy no ha escuchado su risa. No importa. Prefiere al menos eso, el susurro de su danza, saber que está ahí. Tiene la sensación de que si llegara a iluminarla de frente la enojaría y prefiere no desafiarla. Tal vez mañana, tal vez la siguiente noche, lo deje mirarla a los ojos.<br />
<br />
<div style="text-align: right;">
Maumy González</div>
<br />
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<iframe width="320" height="266" class="YOUTUBE-iframe-video" data-thumbnail-src="https://i.ytimg.com/vi/2vjPBrBU-TM/0.jpg" src="https://www.youtube.com/embed/2vjPBrBU-TM?feature=player_embedded" frameborder="0" allowfullscreen></iframe></div>
<br />Aronsonhttp://www.blogger.com/profile/13323651049762050860noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1692256812797523155.post-51324555622291800502016-12-11T11:00:00.000-03:002016-12-11T11:35:01.954-03:00Louise Dombrowski - Manuel Quaranta / Louise Dombrowski - Twin Peaks<div id="E8" is="qowt-word-para" qowt-eid="E8" qowt-entry="undefined" qowt-lvl="undefined" style="background-color: none; line-height: 1.38; list-style-type: none; padding: 0px 0px 10pt; text-align: justify;">
Recuerdo la primera vez que la vi. Me acuerdo bien porque fue la única. Ella apareció en mi habitación, con una linterna encendida. Había venido a cuidarme. Yo tenía once años y ella por lo menos veintidós. Y de pronto empezó a bailar, como si yo fuese otro, en esa oscuridad teñida por una tenue luz. Es verdad que no la llegaba a distinguir con claridad, sin embargo cada momento de esa danza permanece, definitivo, hipnotizándome, en mi memoria –sobre todo sus pies, sus hermosos pies de algodón que se movían con plena conciencia de que esa noche sería la última–, pero no su rostro, por el que hasta hoy me sigo preguntando; ella, que no se parecía a ninguna palabra –no se parecía ni siquiera a la palabra nunca–, moviéndose sobre la alfombra, revoloteando una linterna que apenas iluminaba, y yo, incapaz de reconocer o retener algo más que su contorno.<br />
Fue quizás tan sólo un minuto, aunque un minuto puede ser definitivo en una vida: ella se ha convertido en fantasma, en el fantasma del amor, que sigo buscando –después de veinte años sigo buscando–, hechizado por su embrujo, o que me persigue –después de veinte años me persigue– porque tal vez, quién sabe, ella también tiene miedo de perderme.<br />
<br />
<div style="text-align: right;">
Manuel Quaranta</div>
</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<iframe allowfullscreen="" class="YOUTUBE-iframe-video" data-thumbnail-src="https://i.ytimg.com/vi/2p_OnR0QK0k/0.jpg" frameborder="0" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/2p_OnR0QK0k?feature=player_embedded" width="320"></iframe></div>
<div id="E8" is="qowt-word-para" qowt-eid="E8" qowt-entry="undefined" qowt-lvl="undefined" style="background-color: white; line-height: 1.38; list-style-type: none; padding: 0px 0px 10pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: "calibri" , "carlito" , sans-serif;"><span style="font-size: 14.6667px; white-space: pre-wrap;"><br /></span></span></div>
Aronsonhttp://www.blogger.com/profile/13323651049762050860noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1692256812797523155.post-47010552441396879892016-12-07T11:00:00.000-03:002016-12-07T11:00:07.932-03:00No nos gustan los nenes bien - Cristian M / En septiembre fuiste mía - Trula la y Llamame más temprano - Mano ArribaSiempre quiero empezar Yoga o Crossfit<br />
o alguna de esas cosas<br />
que se inventan para hacernos sentir bien<br />
hoy Mariana me pasó un tema de Zumba<br />
me dice que ella baila poseída<br />
mientras Llamame más temprano bebé<br />
entona la voz y Marlon hace mímica<br />
y con las manos hacia arriba zangolotea sus pacitos y caderas<br />
llamame más temprano bebé<br />
decimos eso<br />
porque a ninguno nos gustan los nenes bien<br />
le digo<br />
estamos con una pereza de amores en la primavera<br />
quisiéramos que este septiembre se borre del tiempo<br />
pero no será así<br />
y ahora todo es melancolía<br />
el tema ya ni lo escuchamos<br />
recordamos a los nenes bien y nos reímos<br />
caemos en la cuenta de lo inmundo que es septiembre<br />
que ha llegado otra vez<br />
y ya no sé qué inventaré<br />
porque no nos gustan los nenes bien<br />
y los nenes bien están todo el tiempo ahí<br />
re bien<br />
aparecen con su carita de chongos miedosos<br />
para agitar los tentáculos enmarañados del deseo<br />
arman misterios y no saben lo que buscan<br />
pero buscan<br />
y cuando apurás el paso reculan<br />
es que septiembre envuelve sus perfumes en la piel<br />
y no<br />
no nos gustan los nenes bien<br />
el último de ellos te acordás<br />
fue nuestro en septiembre<br />
después huyó<br />
puso sus pies en una maceta<br />
y largó raíces en el balcón<br />
ahora vive feliz con una mujer que lo riega<br />
única blanca alba casta<br />
por eso no nos gustan los nenes bien<br />
porque vuelven en septiembre<br />
cuando las savias de las plantas circulan otra vez<br />
como fantasmas de un territorio musical que canta hasta en los pájaros<br />
los nenes bien se tornean los brazos durante el año<br />
se desclasan un poco más cada día<br />
y con sus palabras descargan lo que no quieren pero quieren<br />
los nenes bien<br />
no nos gustan y por eso<br />
es mejor encender el parlante<br />
gastar los pasos hasta el fin de un tiempo que ya ha terminado<br />
y donde siempre fuimos zombies<br />
ahí los nenes bien no son tan bien<br />
solo esperan que los esperemos<br />
o que al menos<br />
los llamemos más temprano esta noche<br />
mientras bailen nuestra coreografía<br />
vestidos de hipocampos que saltan furiosos<br />
afuera de la pecera de nuestro amor<br />
que quebramos en miríadas imperceptibles<br />
sobre los mosaicos del piso<br />
y sin que se den cuenta.<br />
<br />
<div style="text-align: right;">
Cristian M</div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<iframe allowfullscreen="" class="YOUTUBE-iframe-video" data-thumbnail-src="https://i.ytimg.com/vi/IsZN6gvW8q8/0.jpg" frameborder="0" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/IsZN6gvW8q8?feature=player_embedded" width="320"></iframe></div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<iframe allowfullscreen="" class="YOUTUBE-iframe-video" data-thumbnail-src="https://i.ytimg.com/vi/A8noNO6rlf8/0.jpg" frameborder="0" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/A8noNO6rlf8?feature=player_embedded" width="320"></iframe></div>
<br />Aronsonhttp://www.blogger.com/profile/13323651049762050860noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-1692256812797523155.post-4071306089582693322016-12-04T11:00:00.000-03:002016-12-04T11:00:02.648-03:00Puntos suspensivos - Verónica Martínez / True Love Will Find You In The End - Daniel Johnston<div style="text-align: right;">
<i><span style="font-size: x-small;"> “But don’t give up until</span></i></div>
<div style="text-align: right;">
<i><span style="font-size: x-small;"> True love will find you in the end…”</span></i></div>
<div style="text-align: right;">
<i><span style="font-size: x-small;"> (Daniel Johnston)</span></i></div>
<br />
<br />
Deberíamos haber terminado en ese preciso instante.<br />
Hubiera sido el final perfecto, “el happy ending” deseado por miles de parejas con hambre de perdices.<br />
Fue un domingo lluvioso. Daniel Johnston sonaba en cada rincón de la casa.<br />
Vos y yo en el sofá, hechos ovillo de a ratos, encastrándonos y separándonos, navegando un mar de besos, oleaje de saliva compartida en nuestras bocas.<br />
<br />
Deberíamos haber dejado todo así, sin tocar nada. Como el ajedrecista que está conforme con la movida magistral y decide abandonar el tablero.<br />
¿Para qué hablar cuando los cuerpos pueden contarlo todo entre jadeos, sudor y miradas?<br />
Vos y yo en el sofá, desnudos hasta el alma, entregados casi sin pensar. Daniel Johnston llenando el aire de guitarra y poesía:<br />
“Al final, el amor verdadero va encontrarte. Es una promesa con una trampa, solo si estás mirando atento podrá encontrarte porque él también te está buscando”.<br />
<br />
Deberíamos haber dejado que nuestra vida siga sin nosotros.<br />
Insistir tiene su precio. Como las verdades no dichas a tiempo, como el ropero indiscreto que delata al cadáver y deja al asesino sin coartada.<br />
Vos y yo en el sofá, haciéndonos un amor que creímos cierto hasta ese día.<br />
Daniel Johnston cambiando de tema, cantándonos el final que no quisimos:<br />
“Dejaste mi amor puertas afuera. Te dije que realmente te amaba. Dijiste que no querías escucharme más”.<br />
<br />
Deberíamos haber puesto el punto final, en vez de los suspensivos.<br />
Vos y yo en el sofá, descubriendo por primera vez la rutina y la costumbre.<br />
Vos y yo diciendo: “ya no sentimos lo mismo” sin decirlo.<br />
<br />
Daniel Johnston en silencio y la lluvia y el domingo.<br />
<br />
<div style="text-align: right;">
Verónica Martínez</div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<iframe width="320" height="266" class="YOUTUBE-iframe-video" data-thumbnail-src="https://i.ytimg.com/vi/ckqO2zjL5Wk/0.jpg" src="https://www.youtube.com/embed/ckqO2zjL5Wk?feature=player_embedded" frameborder="0" allowfullscreen></iframe></div>
<br />
<div>
<br /></div>
Aronsonhttp://www.blogger.com/profile/13323651049762050860noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1692256812797523155.post-86879454116476883362016-11-30T11:00:00.000-03:002016-11-30T11:00:21.160-03:00So tired and unhappy - Valeria Iglesias / No Surprises - Amanda PalmerSe acercaba la noche. Empezaba a oscurecer y ella deseaba no existir, no haber existido jamás. Terminaba de cenar y no entendía esa máxima de vivir la vida cómo si solo quedara un único día en la tierra, porque lo que ella ansiaba era que ese día que acababa de pasar fuera su último. Todo es peor con la oscuridad: un dolor de muelas, una angustia, una decisión mal tomada, la existencia. No era el caso de querer quitarse la vida, no. Deseaba acostarse a dormir y no despertarse nunca más. Que el corazón se detuviera como una caricia, sin dolor, sin consciencia. Detener la máquina. Detener ese círculo sin fin, que alguna vez tendría fin, sin alarmas ni sorpresas. Bajo el cobertor de plumas quedarían las heridas que no sanan, su trabajo mediocre, el gobierno que no la representaba, el terror a que el sol se apague para siempre, la contaminación ambiental y el calentamiento global. Era la noche, ella lo sabía. Entendía en carne propia eso que decían de los países nórdicos, con altas tasas de suicidio durante los inviernos de noches eternas. Algo en el fondo la sostenía sin embargo. Pero la penumbra o la luz eléctrica le producían una bruma hormonal o algo por el estilo. Dormir como si esa fuese la última noche en la tierra. Y entonces, sucedía: amanecía el sol y ella agradecía estar viva. Se prometía recordar ese momento vital. Se prometía cambiar para siempre. Se daba una tregua. Sin alarmas ni sorpresas, por favor, se susurraba frente al espejo del baño. Y sonreía.<br />
<br />
<div style="text-align: right;">
Valeria Iglesias</div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<iframe width="320" height="266" class="YOUTUBE-iframe-video" data-thumbnail-src="https://i.ytimg.com/vi/uAk93YZgTts/0.jpg" src="https://www.youtube.com/embed/uAk93YZgTts?feature=player_embedded" frameborder="0" allowfullscreen></iframe></div>
<br />Aronsonhttp://www.blogger.com/profile/13323651049762050860noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1692256812797523155.post-42618447942917961632016-11-27T11:00:00.000-03:002016-11-27T11:00:31.279-03:00Cosmos - María Victoria Vázquez / Vuelta por el universo - Cerati - Melero Teníamos cinco años y Plutón todavía era planeta.<br />
Las maestras del jardín nos habían llevado de excursión al Planetario, ese teatro con forma de esfera enorme que desafiaba la cuadratura del resto de las construcciones.<br />
A nosotros nos gustaban mucho los paseos. En parte porque rompían la rutina de la sala, pero también por la aventura del viaje de una hora en micro mientras merendábamos y le cantábamos a los gritos “chofer, chofer” al conductor, un viejo malhumorado que protestaba y le exigía a la señorita que pusiera orden.<br />
Exigencia de orden: signo de aquellos tiempos.<br />
Yo quería ser la novia de Sebastián, unos de mis compañeros. Habíamos actuado juntos para el 25 de mayo. A él le tocó hacer de granadero y a mí, de dama antigua. Bailamos el vals más torpe que se recuerde pero fui feliz con mi vestido celeste con puntillas y ese galán que me guiaba y pisaba al mismo tiempo.<br />
El día del Planetario me senté a su lado en el teatro. Cuando la sala se oscureció y tuvimos que reclinarnos hacia atrás para ver las imágenes que proyectaba la hormiga gigante ubicada en el centro, yo exhalé en un suspiro ahogado. Él llegó a escucharlo y, canchero, soplándose el flequillo largo, me dijo que no me asustara. Que su hermano más grande ya había ido y no había nada que diera miedo.<br />
Le sonreí nerviosa y él me tomó de la mano. Nos quedamos así, miramos ese cielo falso que se abría por encima de nosotros y comenzamos a flotar juntos, a recorrer el espacio. Atravesamos nebulosas, evitamos agujeros negros, jugamos a adivinar constelaciones. Esquivamos meteoritos y pedimos deseos a las estrellas fugaces. Quisimos visitar el planeta del Principito, pero no estaba.<br />
Desafiamos la gravedad y el silencio interminable con nuestras risas.<br />
Continuamos ese viaje maravilloso hasta que la señorita tiró del cable de seguridad de nuestra nave invisible para avisarnos que era hora de partir.<br />
Regreso forzoso a la Tierra.<br />
En el viaje de vuelta nos sentamos juntos y nos quedamos dormidos, hombro con hombro. Al llegar al jardín me dio un beso en la mejilla. Rápido, furtivo. Prohibido, como todo en aquellos días.<br />
No dejé que mamá me lavara ese lado de la cara por semanas. Mis amigas se burlaban “tiene novio, tiene novio”.<br />
Ese año egresamos y al siguiente empecé en uno con primaria, secundaria, uniforme y religión.<br />
Él fue a otro y una noche, sin despedirse, su familia se mudó de barrio.<br />
Nunca más supe de él.<br />
<br />
<div style="text-align: right;">
María Victoria Vázquez</div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<iframe width="320" height="266" class="YOUTUBE-iframe-video" data-thumbnail-src="https://i.ytimg.com/vi/qUoaRZXILZU/0.jpg" src="https://www.youtube.com/embed/qUoaRZXILZU?feature=player_embedded" frameborder="0" allowfullscreen></iframe></div>
<br />Aronsonhttp://www.blogger.com/profile/13323651049762050860noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1692256812797523155.post-42155471712901270382016-11-23T11:00:00.000-03:002016-11-23T11:00:14.870-03:00 La nueva - Florencia Benson / De música ligera - Soda StereoJenny abre los ojos y juega a mantenerlos abiertos, aguantando el sol rajante que se replica al infinito sobre el cielo límpido, azul, vacío como la primera hoja de un cuaderno nuevo. Se mira los pies y desearía que sus uñas estuvieran pintadas: de rojo, de fucsia, de alguno de esos colores que su madre le tenía expresamente prohibido. Paloma Rossetti tiene pintadas las uñas de los pies; se compró el esmalte hace unos días en Miami, a donde fue a pasar Navidad. Paloma es petisa y fea, pero tiene el pelo teñido de rubio y “mucha onda”, según la opinión unánime del grupo. Lo que tiene es mucha guita, piensa Jenny mientras se mira los pies. Suena de fondo una música estridente, suena Música Ligera, señal de que llegaron los chicos. Los varones. <br />
Las chicas cuchichean al borde de la pileta mientras los chicos juegan a tirarse de bomba en la pileta, reparten latas de cerveza, un porro. Jenny los mira con cierto disgusto, no porque no le guste tomar o el porro, le gusta el porro, le gusta la cerveza, pero no le gustan los chicos. Esos chicos.<br />
—Para mí, Matu es el más potro —dice Tini Morrison, y se ríe como una tonta.<br />
—Ay, no, yo muero por Mocho —dice Isa Olazábal, y Mocho es un rubio de ojos claros que se llama Tomás y juega al polo.<br />
—Obvioo, todas morimos por Mocho —acota Paloma, y prende un cigarrillo—. ¿O no, Jenny?<br />
Jenny se encoge de hombros. Las demás todavía no se acostumbran a sus silencios, a esa manera que tiene de demostrar que en realidad todo le chupa un huevo; y que está ahí sólo porque no tiene otro lugar mejor donde estar, porque es mejor aburrirse en grupo que aburrirse sola, o quizás porque se cansó de leer y quiere alejarse un poco de su casa.<br />
—Supongo; sí, es el más lindo —dice Jenny al fin, porque siente tambalear su pertenencia al grupo y no tiene tampoco tanto coraje como para ser una marginal.<br />
—Dalee, quién te gusta —la apura Loli Braverman, que tiene unas tetas geniales y todo el mundo sabe que es medio rápida, y además medio víbora, y que siempre se le tira al pibe que le gusta a alguna de sus amigas.<br />
—Nadie me gusta.<br />
—¡Qué mentirosa! Dale, decí —insiste Loli, agitando suavemente sus tetas, su bikini minúscula, su naricita perfecta.<br />
—Me enteré que Facu muere por vos —interviene Celeste Taboada, siempre chismosa.<br />
—No, cero.<br />
Celeste chasquea la lengua.<br />
—Qué naba que sos, es obvio que muere de amor, es obvio.<br />
Jenny reprime otro gesto de indiferencia. Mira en dirección a los varones, identifica a Facundo McKinsley, le sonríe, y después se ríe con las chicas, reafirmando su estatuto de cómplice.<br />
—Ahhh, yo sabía, yo sabía —canturrea Loli, mientras le clava el ojo a Facundo—. Ya vengo —dice, y se mete en la pileta.<br />
—Es tan obvia —murmura Sole Niemayer mientras se acuesta junto a Jenny en la misma reposera. Jenny se acomoda a ese nuevo cuerpo y asiente. Quedan las dos en silencio, muy juntas, tomando sol, brazo contra brazo, pierna contra pierna, perdiéndose en la modorra de la tarde y los sonidos que se alejan de a poco.<br />
<br />
<div style="text-align: right;">
Florencia Benson</div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<iframe allowfullscreen="" class="YOUTUBE-iframe-video" data-thumbnail-src="https://i.ytimg.com/vi/-XIeMp4zQC4/0.jpg" frameborder="0" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/-XIeMp4zQC4?feature=player_embedded" width="320"></iframe></div>
<br />Aronsonhttp://www.blogger.com/profile/13323651049762050860noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1692256812797523155.post-24059927834910313692016-11-20T11:00:00.000-03:002016-11-20T11:00:16.749-03:00Madre - Carina Migliaccio / Las golondrinas de Plaza de Mayo - InvisibleSu hija nació con tres vueltas de cordón al cuello. Quizás por eso desde que la tuvo por primera vez en los brazos la sintió como una sobreviviente.<br />
Pronto eso pasó a ser una simple anécdota. El resto fue vida.<br />
Le dio de mamar.<br />
Pasó noches acunándola.<br />
Le contó cuentos.<br />
La vio crecer.<br />
La vio saltar a la soga, al elástico, a la rayuela.<br />
La retó y la puso en penitencia<br />
Le hizo creer en Papá Noel, en el Ratón Pérez y en el conejo de Pascuas.<br />
La llevó de viaje cuando cumplió 15.<br />
Le hizo creer en la libertad, la honestidad, el estudio, el amor, la paz.<br />
La alentó cuando decidió estudiar filosofía, aunque ella no entendía mucho de qué se trataba.<br />
La vio convertirse en una joven enérgica.<br />
La oyó defender sus derechos y hablar de política.<br />
La vio preparar banderas. Reunirse horas con sus amigos.<br />
La escuchó llegar tarde algunas noches.<br />
La vio llorar por las injusticias y la cubrió de abrazos.<br />
La perdió un septiembre.<br />
Después, ella misma hizo banderas, se convirtió en una mujer enérgica, defendió sus derechos, lloró por las injusticias, abrazó a otras madres.<br />
Y dio vueltas.<br />
No paró nunca de dar vueltas en una plaza estrangulada en llanto.<br />
<br />
<div style="text-align: right;">
Carina Migliaccio</div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<iframe allowfullscreen="" class="YOUTUBE-iframe-video" data-thumbnail-src="https://i.ytimg.com/vi/2xJSlp21GUY/0.jpg" frameborder="0" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/2xJSlp21GUY?feature=player_embedded" width="320"></iframe></div>
<br />Aronsonhttp://www.blogger.com/profile/13323651049762050860noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1692256812797523155.post-68503017641459438412016-11-16T11:00:00.000-03:002016-11-16T11:00:25.691-03:00La belleza de las cosas pequeñas - Hernán Domínguez Nimo / Beauty In The World - Macy GrayRecuerdo el día exacto —la situación, el lugar— aunque no la fecha. Yo era bastante chico, en edad de primaria, mi papá todavía estaba con nosotros. Los cinco paseábamos por la feria de la placita Dorrego, una excursión acostumbrada porque la teníamos a dos cuadras de casa y a todos nos gustaba recorrer esa aglomeración de puestos casi arbitraria, esa ciudad maravillosa que se erigía y menguaba en menos de un día, mis viejos enamorados de las antigüedades, nosotros fascinados con las chucherías.<br />
Era un tubo de cartón, forrado con un papel de regalo colorido, barnizado por encima. Lo agarré de una mesa y lo sostuve frente a mí, sin entender bien de qué se trataba, atraído por los colores y la forma. Mis papás me animaron a mirar por la punta y yo imaginé un fantástico catalejo de capitán, la visión lejana de los juncos piratas de Salgari y sus tesoros esperándome al otro lado. Lo que encontré fue otro tesoro, inesperado. Quizá, por eso, aún mayor.<br />
Un tesoro inacabable, nuevo a cada movimiento de mi muñeca. Yo tenía piedras preciosas ahí dentro, diamantes, rubíes, zafiros y esmeraldas, que además estaban encantados, dotados de una magia que las hacía danzar, ordenadas, para mí, construir coreografías imposibles mientras los rayos del sol las traspasaban y les arrancaban destellos. Mi mente infantil lidiaba con su propia avidez visual, deseosa de acaparar todas las combinaciones posibles pero sin querer perder ni una de las que forjaba.<br />
Sé que el resto de la tarde no presté atención a nada más. Solo existía ese tubo mágico y las maravillas que me regalaba. Esa tarde de domingo y las que lo siguieron, a la vuelta del colegio.<br />
No recuerdo cuánto tiempo después fue, un día el tubo resbaló de mis torpes manitos y cayó al piso. La tapita redonda de vidrio se partió y mi tesoro se desparramó. Mi desconsuelo era total, no solo por el descalabro sino porque había descubierto que mis piedras preciosas eran más burdas, más pequeñas y muchas menos de las que había imaginado todo ese lapso. Me sentía estafado, engañado. No podía creer que todo lo que yo había admirado a contraluz del sol hubiera sido creado por esas cinco o seis minúsculas piedritas apagadas.<br />
Ese día en que se rompió mi primer caleidoscopio, fue el que descubrí que la belleza del mundo puede estar en la maravilla de las cosas más pequeñas.<br />
<br />
<div style="text-align: right;">
Hernán Domínguez Nimo</div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<iframe width="320" height="266" class="YOUTUBE-iframe-video" data-thumbnail-src="https://i.ytimg.com/vi/0qX7ZsxD3Ik/0.jpg" src="https://www.youtube.com/embed/0qX7ZsxD3Ik?feature=player_embedded" frameborder="0" allowfullscreen></iframe></div>
<br />Aronsonhttp://www.blogger.com/profile/13323651049762050860noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1692256812797523155.post-9447504528693461312016-11-13T11:00:00.000-03:002016-11-13T11:00:17.280-03:00El baile - Aixa Rava / Altar particular - Maria Gadú<div id="contentsContainer" style="-webkit-box-flex: 1; padding-left: 85pt; padding-right: 85pt;">
<div id="contents">
<qowt-section id="E7" named-flow="FLOW-2" qowt-eid="E7" style="column-count: 1; display: block;"><div id="E11" is="qowt-word-para" qowt-eid="E11" qowt-entry="undefined" qowt-lvl="undefined" style="list-style-type: none; padding: 0px 0px 10pt;">
<span style="font-family: Calibri, Carlito, sans-serif;"><span style="font-size: 14.6667px; line-height: 20.24px; white-space: pre-wrap;">Algo vibra en aire y tiene</span></span></div>
<div id="E11" is="qowt-word-para" qowt-eid="E11" qowt-entry="undefined" qowt-lvl="undefined" style="list-style-type: none; padding: 0px 0px 10pt;">
<span style="font-family: Calibri, Carlito, sans-serif;"><span style="font-size: 14.6667px; line-height: 20.24px; white-space: pre-wrap;">más de mar que de río, sé</span></span></div>
<div id="E11" is="qowt-word-para" qowt-eid="E11" qowt-entry="undefined" qowt-lvl="undefined" style="list-style-type: none; padding: 0px 0px 10pt;">
<span style="font-family: Calibri, Carlito, sans-serif;"><span style="font-size: 14.6667px; line-height: 20.24px; white-space: pre-wrap;">no del mar del que vengo</span></span></div>
<div id="E11" is="qowt-word-para" qowt-eid="E11" qowt-entry="undefined" qowt-lvl="undefined" style="list-style-type: none; padding: 0px 0px 10pt;">
<span style="font-family: Calibri, Carlito, sans-serif;"><span style="font-size: 14.6667px; line-height: 20.24px; white-space: pre-wrap;"><br /></span></span></div>
<div id="E11" is="qowt-word-para" qowt-eid="E11" qowt-entry="undefined" qowt-lvl="undefined" style="list-style-type: none; padding: 0px 0px 10pt;">
<span style="font-family: Calibri, Carlito, sans-serif;"><span style="font-size: 14.6667px; line-height: 20.24px; white-space: pre-wrap;">todo indica fallas pero estamos</span></span></div>
<div id="E11" is="qowt-word-para" qowt-eid="E11" qowt-entry="undefined" qowt-lvl="undefined" style="list-style-type: none; padding: 0px 0px 10pt;">
<span style="font-family: Calibri, Carlito, sans-serif;"><span style="font-size: 14.6667px; line-height: 20.24px; white-space: pre-wrap;">bailando con la copa en la mano</span></span></div>
<div id="E11" is="qowt-word-para" qowt-eid="E11" qowt-entry="undefined" qowt-lvl="undefined" style="list-style-type: none; padding: 0px 0px 10pt;">
<span style="font-family: Calibri, Carlito, sans-serif;"><span style="font-size: 14.6667px; line-height: 20.24px; white-space: pre-wrap;">las miradas ríen</span></span></div>
<div id="E11" is="qowt-word-para" qowt-eid="E11" qowt-entry="undefined" qowt-lvl="undefined" style="list-style-type: none; padding: 0px 0px 10pt;">
<span style="font-family: Calibri, Carlito, sans-serif;"><span style="font-size: 14.6667px; line-height: 20.24px; white-space: pre-wrap;">la cintura hacia un lado y los pies </span></span></div>
<div id="E11" is="qowt-word-para" qowt-eid="E11" qowt-entry="undefined" qowt-lvl="undefined" style="list-style-type: none; padding: 0px 0px 10pt;">
<span style="font-family: Calibri, Carlito, sans-serif;"><span style="font-size: 14.6667px; line-height: 20.24px; white-space: pre-wrap;">modulan del bossa nova al afrobeat</span></span></div>
<div id="E11" is="qowt-word-para" qowt-eid="E11" qowt-entry="undefined" qowt-lvl="undefined" style="list-style-type: none; padding: 0px 0px 10pt;">
<span style="font-family: Calibri, Carlito, sans-serif;"><span style="font-size: 14.6667px; line-height: 20.24px; white-space: pre-wrap;"><br /></span></span></div>
<div id="E11" is="qowt-word-para" qowt-eid="E11" qowt-entry="undefined" qowt-lvl="undefined" style="list-style-type: none; padding: 0px 0px 10pt;">
<span style="font-family: Calibri, Carlito, sans-serif;"><span style="font-size: 14.6667px; line-height: 20.24px; white-space: pre-wrap;">esquivamos las sillas</span></span></div>
<div id="E11" is="qowt-word-para" qowt-eid="E11" qowt-entry="undefined" qowt-lvl="undefined" style="list-style-type: none; padding: 0px 0px 10pt;">
<span style="font-family: Calibri, Carlito, sans-serif;"><span style="font-size: 14.6667px; line-height: 20.24px; white-space: pre-wrap;"><br /></span></span></div>
<div id="E11" is="qowt-word-para" qowt-eid="E11" qowt-entry="undefined" qowt-lvl="undefined" style="list-style-type: none; padding: 0px 0px 10pt;">
<span style="font-family: Calibri, Carlito, sans-serif;"><span style="font-size: 14.6667px; line-height: 20.24px;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Oshún</span></span></div>
<div id="E11" is="qowt-word-para" qowt-eid="E11" qowt-entry="undefined" qowt-lvl="undefined" style="list-style-type: none; padding: 0px 0px 10pt;">
<span style="font-family: Calibri, Carlito, sans-serif;"><span style="font-size: 14.6667px; line-height: 20.24px; white-space: pre-wrap;"><br /></span></span></div>
<div id="E11" is="qowt-word-para" qowt-eid="E11" qowt-entry="undefined" qowt-lvl="undefined" style="list-style-type: none; padding: 0px 0px 10pt;">
<span style="font-family: Calibri, Carlito, sans-serif;"><span style="font-size: 14.6667px; line-height: 20.24px; white-space: pre-wrap;">esta alfombra desteñida</span></span></div>
<div id="E11" is="qowt-word-para" qowt-eid="E11" qowt-entry="undefined" qowt-lvl="undefined" style="list-style-type: none; padding: 0px 0px 10pt;">
<span style="font-family: Calibri, Carlito, sans-serif;"><span style="font-size: 14.6667px; line-height: 20.24px; white-space: pre-wrap;"><br /></span></span></div>
<div id="E11" is="qowt-word-para" qowt-eid="E11" qowt-entry="undefined" qowt-lvl="undefined" style="list-style-type: none; padding: 0px 0px 10pt;">
<span style="font-family: Calibri, Carlito, sans-serif;"><span style="font-size: 14.6667px; line-height: 20.24px;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Oshún</span></span></div>
<div id="E11" is="qowt-word-para" qowt-eid="E11" qowt-entry="undefined" qowt-lvl="undefined" style="list-style-type: none; padding: 0px 0px 10pt;">
<span style="font-family: Calibri, Carlito, sans-serif;"><span style="font-size: 14.6667px; line-height: 20.24px; white-space: pre-wrap;"><br /></span></span></div>
<div id="E11" is="qowt-word-para" qowt-eid="E11" qowt-entry="undefined" qowt-lvl="undefined" style="list-style-type: none; padding: 0px 0px 10pt;">
<span style="font-family: Calibri, Carlito, sans-serif;"><span style="font-size: 14.6667px; line-height: 20.24px; white-space: pre-wrap;">este corazón que gira</span></span></div>
<div id="E11" is="qowt-word-para" qowt-eid="E11" qowt-entry="undefined" qowt-lvl="undefined" style="list-style-type: none; padding: 0px 0px 10pt;">
<span style="font-family: Calibri, Carlito, sans-serif;"><span style="font-size: 14.6667px; line-height: 20.24px; white-space: pre-wrap;"><br /></span></span></div>
<div id="E11" is="qowt-word-para" qowt-eid="E11" qowt-entry="undefined" qowt-lvl="undefined" style="list-style-type: none; padding: 0px 0px 10pt;">
<span style="font-family: Calibri, Carlito, sans-serif;"><span style="font-size: 14.6667px; line-height: 20.24px;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Oshún</span></span></div>
<div id="E11" is="qowt-word-para" qowt-eid="E11" qowt-entry="undefined" qowt-lvl="undefined" style="list-style-type: none; padding: 0px 0px 10pt;">
<span style="font-family: Calibri, Carlito, sans-serif;"><span style="font-size: 14.6667px; line-height: 20.24px; white-space: pre-wrap;"><br /></span></span></div>
<div id="E11" is="qowt-word-para" qowt-eid="E11" qowt-entry="undefined" qowt-lvl="undefined" style="list-style-type: none; padding: 0px 0px 10pt;">
<span style="font-family: Calibri, Carlito, sans-serif;"><span style="font-size: 14.6667px; line-height: 20.24px; white-space: pre-wrap;">pequeños bruscos amarillos </span></span></div>
<div id="E11" is="qowt-word-para" qowt-eid="E11" qowt-entry="undefined" qowt-lvl="undefined" style="list-style-type: none; padding: 0px 0px 10pt;">
<span style="font-family: Calibri, Carlito, sans-serif;"><span style="font-size: 14.6667px; line-height: 20.24px;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>nosotros</span></span></div>
<div id="E11" is="qowt-word-para" qowt-eid="E11" qowt-entry="undefined" qowt-lvl="undefined" style="list-style-type: none; padding: 0px 0px 10pt;">
<span style="font-family: Calibri, Carlito, sans-serif;"><span style="font-size: 14.6667px; line-height: 20.24px; white-space: pre-wrap;">algo vibra entre el ahora y antes</span></span></div>
<div id="E11" is="qowt-word-para" qowt-eid="E11" qowt-entry="undefined" qowt-lvl="undefined" style="list-style-type: none; padding: 0px 0px 10pt;">
<span style="font-family: Calibri, Carlito, sans-serif;"><span style="font-size: 14.6667px; line-height: 20.24px; white-space: pre-wrap;">como si fuésemos sólo cuerpos</span></span></div>
<div id="E11" is="qowt-word-para" qowt-eid="E11" qowt-entry="undefined" qowt-lvl="undefined" style="list-style-type: none; padding: 0px 0px 10pt;">
<span style="font-family: Calibri, Carlito, sans-serif;"><span style="font-size: 14.6667px; line-height: 20.24px; white-space: pre-wrap;">agua miel y caracoles </span></span></div>
<div id="E11" is="qowt-word-para" qowt-eid="E11" qowt-entry="undefined" qowt-lvl="undefined" style="list-style-type: none; padding: 0px 0px 10pt;">
<span style="font-family: Calibri, Carlito, sans-serif;"><span style="font-size: 14.6667px; line-height: 20.24px; white-space: pre-wrap;">como si estuviésemos </span></span></div>
<div id="E11" is="qowt-word-para" qowt-eid="E11" qowt-entry="undefined" qowt-lvl="undefined" style="list-style-type: none; padding: 0px 0px 10pt;">
<span style="font-family: Calibri, Carlito, sans-serif;"><span style="font-size: 14.6667px; line-height: 20.24px; white-space: pre-wrap;">empezando</span></span></div>
<div id="E11" is="qowt-word-para" qowt-eid="E11" qowt-entry="undefined" qowt-lvl="undefined" style="list-style-type: none; padding: 0px 0px 10pt; text-align: right;">
<span style="font-family: Calibri, Carlito, sans-serif;"><span style="font-size: 14.6667px; line-height: 20.24px; white-space: pre-wrap;">Aixa Rava</span></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<iframe width="320" height="266" class="YOUTUBE-iframe-video" data-thumbnail-src="https://i.ytimg.com/vi/cl8ANg1bii8/0.jpg" src="https://www.youtube.com/embed/cl8ANg1bii8?feature=player_embedded" frameborder="0" allowfullscreen></iframe></div>
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<br /></div>
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Aronsonhttp://www.blogger.com/profile/13323651049762050860noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1692256812797523155.post-29944003861379227452016-11-09T11:00:00.000-03:002016-11-09T11:00:21.734-03:00Bajo la cama - Ezequiel Olasagasti / Lullaby - The CureNo puedo dormir, sé que hay algo bajo mi cama que quiere atraparme y hacerme daño. Ya grité muchas veces pero nadie me hace caso, o no parece importarles siquiera. Recuerdo que antes, cuando le decía a mamá que había algo bajo mi cama, ella venía como un rayo a mirar y así dejarme más tranquilo. Incluso revisaba el placard y dejaba la puerta abierta para que la luz del pasillo entre (algo que espanta cualquier monstruo que pudiera rondar mi cuarto).<br />
Extraño a mamá. Me duele su ausencia; y la gente de aquí es claro que no va a venir a atenderme, porque no les importa. No van a mirar bajo mi cama para notar el terrible peligro que me ronda. Saben que es verdad, conocen lo que está bajo mío y hasta lo que planea hacerme, pero no harán nada al respecto. Según ellos tengo que arreglármelas solo.<br />
Puedo sentirlo ahí abajo moviéndose, haciendo pequeños chasquidos cada vez que me espía. Si presto mucha atención puedo oír incluso su respiración. Sé que sólo espera mi sueño para apoyar sus garras, primero sobre el colchón y luego sobre mí. Sobre mi pecho, seguro; o no, más bien sobre mi boca para que no grite. Aunque si gritara seguro a nadie de aquí le importaría. Lo que espera bajo mi cama podría matarme y a ninguna persona le movería un pelo.<br />
Me gustaría que estuviese mamá. Le pediría perdón por las cosas malas que hice, por ser un mal pibe, alguien terrible. Ella entendería. Le explicaría que no importa lo malo que pueda ser uno, ni los peores de los peores merecen este padecimiento que vivo ahora. Sentir cada segundo pasar en la noche con los ojos abiertos, compartiendo espacio con lo que en cualquier momento va a matarte. Tal vez lo peor es eso, saber que vas a morir y no saber cuándo. Podría ser al final de este último pensamiento. Seguramente será tiempo después de que apaguen las luces. Apagan todas al mismo tiempo y sin compasión. A veces ruego que la luz de la luna penetre profunda por la ventana, es lo más cerca que puedo estar de aquella puerta abierta que dejaba mamá para que entre la luz del pasillo. Sigo sintiendo los mismos crujidos bajo mi colchón que indican que se está moviendo, siento su respiración de nuevo y cómo desenfunda sus garras y sus puñales.<br />
Esta es mi última noche. No creo estar dormido para cuando surja de abajo de mi cama. Tal vez este es el momento, ya que el último guardia acaba de irse. Y todas nuestras celdas ya están cerradas.<br />
<br />
<div style="text-align: right;">
Ezequiel Olasagasti</div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<iframe width="320" height="266" class="YOUTUBE-iframe-video" data-thumbnail-src="https://i.ytimg.com/vi/ijxk-fgcg7c/0.jpg" src="https://www.youtube.com/embed/ijxk-fgcg7c?feature=player_embedded" frameborder="0" allowfullscreen></iframe></div>
<br />Aronsonhttp://www.blogger.com/profile/13323651049762050860noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1692256812797523155.post-9445473330232990712016-11-06T11:00:00.000-03:002016-11-06T11:00:23.852-03:00 Equinoccio - Noelia Casais / Equinox - John Coltraneme pasa con John<br />
que suena esta canción<br />
y siento que me llama<br />
es cierto que le esquivo<br />
a la medicación<br />
que no lo he conocido<br />
que dicen que está muerto<br />
pero me pasa con John<br />
que pienso<br />
y me digo<br />
ta bien que haya nacido<br />
durante el equinoccio<br />
del año mil nueve veintiséis<br />
eso está okey<br />
entiendo que de sastre<br />
y costurera<br />
va la trama<br />
entiendo lo del sol y el ecuador<br />
pero esa melodía<br />
no e lia<br />
no e lia<br />
me llama<br />
por mi nombre<br />
en saxo tenor<br />
con tanto amor<br />
que tiendo a declinar<br />
equidistante<br />
entre la noche y el día<br />
<br />
<div style="text-align: right;">
Noelia Casais</div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<iframe allowfullscreen="" class="YOUTUBE-iframe-video" data-thumbnail-src="https://i.ytimg.com/vi/5m2HN2y0yV8/0.jpg" frameborder="0" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/5m2HN2y0yV8?feature=player_embedded" width="320"></iframe></div>
<br />Aronsonhttp://www.blogger.com/profile/13323651049762050860noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-1692256812797523155.post-17462232871707647382016-11-02T11:00:00.000-03:002016-11-02T11:00:36.820-03:00Manolo Galván - Martín Sancia Kawamichi / Te amaré en silencio - Manolo GalvánLos tres ídolos de mi infancia laburaban en una de mis películas favoritas, La Playa del Amor. Ellos eran: Cacho Castaña, que la protagonizaba; Carlos Torres Vilas, que aparecía cantando “Dulce amanecer”, y Manolo Galván, que también tenía una aparición breve que se reducía a “Te amaré en silencio”, mi canción predilecta de todas las de la película. De esos tres ídolos, el más ídolo era Manolo. Y no solo por la canción. Me encantaba porque tenía barba y pelo largo, como mi tío Juanca, y parecerse a mi tío era una razón más que válida para que ocupara el primer lugar en el podio de mis artistas admirados.<br />
Me acuerdo que mi mamá me contó que Manolo era rengo y me dio pena por él. De noche, le pedía a Dios que le curara la pierna, y que nunca se afeitara ni se cortara el pelo. De día, escuchaba veinte mil veces “Te amaré en silencio” y lo dibujaba con lápiz y crayones. En esos dibujos Manolo aparecía curado, con su barba, su pelo, su cigarrillo en la boca y jugando al fútbol, andando en patineta, haciendo actividades físicas que a los rengos, creía yo, les estaban negadas.<br />
Pronto empecé a imitarlo. Hablaba de “tú” como él, pronunciaba las “s” y las “C” como si fueran “z”. Decía “Bonito”, decía “Muchacha”, decía “falda”, y esas cosas.<br />
Y también, como él, empecé a renguear.<br />
Como no quería que mi vieja lo supiera, solo rengueaba cuando ella no me veía. Subía al techo de casa y me ponía a renguear largo y tendido, hasta sacarme las ganas, mientras miraba los techos de las casas de Barrio Sarmiento bañadas por el atardecer (solía subir siempre a esa hora). <br />
Mi abuela Pierina, que era buena guardando secretos, me permitía renguear un ratito antes del almuerzo , con la promesa de que yo no daría vueltas para comer todo lo que ella me pusiera en el plato. Era un pacto entre los dos: ella me dejaba renguear y yo comía lo que fuera que ella cocinara. <br />
Una mañana me levanté para ir a escuela y, sin darme cuenta, fui hasta el baño rengueando.<br />
—¿Qué te pasa en la pierna?—m e dijo mi mamá. —Parecés Manolo Galván.<br />
—Grazias—le dije, pronunciando la zeta con como si se tratara de un triunfo.<br />
No exagero si digo que esa fue la primera vez que toqué el cielo con las manos.<br />
<br />
<div style="text-align: right;">
Martín Sancia Kawamichi</div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<iframe width="320" height="266" class="YOUTUBE-iframe-video" data-thumbnail-src="https://i.ytimg.com/vi/yKBZ9uMTYMg/0.jpg" src="https://www.youtube.com/embed/yKBZ9uMTYMg?feature=player_embedded" frameborder="0" allowfullscreen></iframe></div>
<br />Aronsonhttp://www.blogger.com/profile/13323651049762050860noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1692256812797523155.post-25337496650660859012016-10-30T11:00:00.000-03:002016-10-30T11:00:17.937-03:00Estoy empachada de poesía - Mariana Delponte / Planet Telex - RadioheadRecién un gato blanco cruzó el jardín corriendo.<br />
Un día normal sería sólo eso,<br />
o a lo sumo el animal más perfecto<br />
haciendo su visita fugaz para deteriorarnos los ojos.<br />
Pero hoy, estoy empachada de poesía.<br />
Y se me ocurre que vi pasar una metáfora<br />
de la hoja en blanco, seductora y esquiva.<br />
Y no sólo un gato blanco corriendo.<br />
Pensarás que esto es un vómito verbal<br />
y es probable que estés en lo cierto.<br />
Escucho Radiohead como si fuera jarabe<br />
para atrasar la cura y que perdure el efecto.<br />
Si yo pudiera viviría empachada, borracha,<br />
de esta poesía liviana e impertinente.<br />
En esta rebeldía no nos importa que no la entiendas.<br />
No la hacemos para eso,<br />
queremos jugar,<br />
ver pasar gatos como hojas,<br />
respirar perfumes como recuerdos,<br />
escuchar canciones como remedios<br />
y tomarnos para todo el tiempo.<br />
El ovillo de las ideas no se desenreda solo,<br />
y qué bien que me hace cuando gira libre el carretel.<br />
Por eso me importa poco que no me entiendas<br />
o que busques analogías o interpretaciones secretas<br />
o que pienses que pierdo el tiempo,<br />
que mis ritmos no sirven para este mundo complejo.<br />
Dame un par de días más de pensamientos<br />
y en una de esas, desenredo el cielo.<br />
<br />
<div style="text-align: right;">
Mariana Delponte</div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<iframe width="320" height="266" class="YOUTUBE-iframe-video" data-thumbnail-src="https://i.ytimg.com/vi/1hyKZqh9wC8/0.jpg" src="https://www.youtube.com/embed/1hyKZqh9wC8?feature=player_embedded" frameborder="0" allowfullscreen></iframe></div>
<br />Aronsonhttp://www.blogger.com/profile/13323651049762050860noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1692256812797523155.post-61573110997138767912016-10-26T11:00:00.000-03:002016-10-26T11:00:10.819-03:00Lonely Woman - Alejandro Pereyra / Lonely Woman - Ornette ColemanSus pasos titubeantes distraen de lo insensato que resulta la cercanía del bolso con la acera, casi rozándola en cada vaivén, contagiando el movimiento al abrigo que reticente se abre sobre sus hombros como rindiéndose, desmallado en las puntas, en las mangas que apenas dejan asomar sus uñas rosas, carcomidas rosas. Se le destartala a cada paso un sueño, una convicción de la mañana. De esa o de otra, ya no recuerda. O yo no tengo ganas de especular; que invente el saxo, mientras aparea sus brillos con los del pavimento húmedo volviéndolos uno, como nos volvíamos nosotros antes de este callejón, tan oscuro como el que recorre la mujer, siempre a punto de caerse, o quizás peor, a punto de detenerse para poder precisar alguna idea que sospecho insoportable.<br />
Un grito en el palier o en el departamento del vecino me recuerda otras épocas mientras el platillo repica sobre algo que me molesta de mí y no logro develar. Debe ser culpa del saxo. Un saxofonista de Hamelin que me distrae y me lleva hasta una especie de río hecho con pocas líneas para dejarme allí, desguarnecido. Trato de imaginar el cuerpo desnudo de la mujer del callejón pero se me confunde con el tuyo, que vuelve siempre como el mismo y truncado boceto; igual que el saxo vuelve ahora al punto de partida, aunque parezca más fácil inventar que recordar, empezar de nuevo antes que volver a caer en este callejón en re menor, sobre estos despojos de mujer dando pasos como notas, notas como pasos: la re sol re fa re do sostenido sol pisa ella cada vez pero siempre detenida parece, como si cada sonido fuera un nuevo intento, una nueva oportunidad postergada hasta el ataque de la próxima nota, que demasiado rápido pasará para caer en el juego histérico de un semitono deteniéndose, dando fin a un recorrido que nunca empieza del todo.<br />
Un par de sonidos ásperos se confabulan para sobresaltarme, inquietándome, pero no, no es mi teléfono inaugurando esperanzas, sólo notas que desaparecen como huellas en el agua. Un re sabio se sostiene en el bronce, reverbera entre armónicos, del contrabajo, del platillo que repiquetea cínico una y otra vez.<br />
Algo susurra en el departamento del vecino o en los parlantes.<br />
Debería irme a dormir. Le doy play una vez más.<br />
<br />
<div style="text-align: right;">
Alejandro Pereyra</div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<iframe width="320" height="266" class="YOUTUBE-iframe-video" data-thumbnail-src="https://i.ytimg.com/vi/DNbD1JIH344/0.jpg" src="https://www.youtube.com/embed/DNbD1JIH344?feature=player_embedded" frameborder="0" allowfullscreen></iframe></div>
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