Te dejé hacer lo que quisiste. Quedarte, irte. Estar, desaparecer. Ser lánguidamente intensa en los brazos de otros. Inexcusablemente fría en los míos. Ya ves, sigo copiando tu manía por los adverbios. No es la única que me quedó. Antes, yo te cocinaba spaghettis a las 3 de la mañana. Antes, comíamos a carcajada limpia en la cama. Antes, estabas lista para volver a empezar. Antes. Eso quería yo. Ser el explorador de toda tu geografía, el sustento de todas tus almas. Una vez más, como antes. Yo quería ser un hombre que ama a una mujer. Solo eso pero vos querías ser… ya no sé qué.
Esa noche volviste con el rímel corrido. No me importó. Creí que aún podía hallarte bajo el maquillaje. Quise tocarte, acunarte. Quise prometerte que todo iba a estar bien, como ayer. Pero te reíste de mi ternura. Te burlaste de mí. Siempre supiste cómo lastimarme. Pero esta vez las saetas fueron crueles hasta la enajenación.
Una piedra te guarda. Una casa de piedra me hospeda. El tiempo ya está moldeando nuestro olvido.
Pablo Martínez Burkett
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