martes, 6 de junio de 2017

Chispazo - Pablo Mariani / Creo - Fito Páez

En el pasillo de baldosas blancas y negras, Cata fingió madurez. Javi, seguridad.
Era el cumpleaños de alguien y salió a fumarse un pucho. La vio sentada, mirando al cielo. Se sentó a su lado y le convidó un cigarro. Ella no aceptó, pero le habló de las estrellas. Javi hizo un chiste malo. Cata se rió. Un rayo de luz, una iridiscencia, los unió en la mirada.
Él era de esa clase de rubiecitos que sólo son lindos para tías y vecinas. De esos a los que las pibas toman por uno del montón. Los cachetes rojos de pellizcos y ni un solo beso.
“Mirá qué ojos, debés tener una fila de chicas esperándote”. No, la puta que los parió, no.
Era el capitán de un barquito de papel que navegaba por la zanja hacia la boca de tormenta. Como el del pibe de It. Y ahí esperaba, con los ojos amarillentos y los colmillos afilados, ese payaso hijo de puta que es el destino. Un embudo devenir en fracaso.
Sin embargo, aquella noche en aquel pasillo de baldosas blancas y negras, hubo una charla, un chispazo. Ni las tías pellizconas ni las vecinas pintarrajeadas lo hubiesen previsto.
Un chispazo. Y él volvió a creer.

Pablo Mariani


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