miércoles, 18 de mayo de 2016

Impacto - Flor Canosa / Esperando el impacto - Bersuit Vergarabat

No sé cómo decirle que ya no lo quiero, que hace tiempo que no lo quiero y qué hacer, porque llevo su hijo en mi vientre y eso no es pavada. Llegué hasta este punto sorteando todos los consejos y toda la lógica. Llegué creyendo que un tercero nos salvaría, quizás era otra clase de tercero el que necesitaba en mi vida y me equivoqué, pero el feto se mueve y me recuerda que hay vida después de la muerte de una relación. Con el hijo llega el auto y él lo compró e ignoró su máxima: “los libreros no saben manejar” y aprendió tarde, demasiado tarde. Aprendió a conducir una máquina y no sabe aprender a conducir a su mujer, no sabe poner los cambios, apretar el acelerador cuando hace falta y, sobre todo, no sabe y nunca supo frenar.
–Cuchá, cuchá – me dice y en la radio suena Bersuit. Pero un tema que no canta el pelado sino el otro, el flaquito, y no sé decirle que no me gustan los temas que canta el flaquito, porque hace rato que perdí el habla para decirle lo que no me gusta que es, más que nada, él, no el flaquito que canta el tema.
Todo contento porque me saca a pasear con el auto nuevo. Todo orgulloso porque me toca la panza en los semáforos y yo quiero correr, bajarme en medio de la 9 de Julio y no volver más.
Sube el volumen y desafina evitando toda la métrica de la canción. Vamos a La Plata, no sé por qué, creo que en otra vida le dije que quería ir al Museo de Ciencias Naturales y ahí me está llevando, porque es domingo y eso es lo que hacen las familias los domingos, salen de paseo. El feto se mueve, no sé llamarlo bebé, no puedo decir el nombre que él eligió para su hijo o hija y yo acepté, como acepto todo lo que me pasa, con resignación de ausente, como esperando que la vida me brinde un reseteo y pueda empezar de nuevo, sin voluntad, por accidente.
Le canta al auto, a la ventanilla, al feto, a mí. Le canta al sol que brilla arriba y le canta al cartel que dice que hay que subir ahora a la autopista, no dentro de dos cuadras, es ahora y se lo indico. Pega el volantazo porque, dice, mis deseos son órdenes y no ve el semáforo rojo al que le cantó hace veinte segundos, cuando era de otro color, asumo, porque ahora es rojo, bien rojo.
Y mientras el auto gira y su cráneo se hace trizas contra el volante, le digo que hace años que no lo amo, que me quiero bajar del auto y de su vida, que esa canción es una mierda como es una mierda verle la cara todas las mañanas y las noches. Y el auto gira, y el estruendo, y los vidrios y los gritos y me siento liviana. Al fin lo hice, fui sincera y ahora él también sabe que los libreros no saben manejar, que él nunca supo frenar y que ya no hay familia ni domingos ni feto con nombre elegido. Ahora sabe, sabemos, que es el reseteo. O, mejor dicho, que la máquina acaba de apagarse, aunque la radio siga intacta y el flaquito nos siga diciendo:
Me gusta estar cayendo
Voy esperando el impacto
Algo falló
Todo sigue estando
Algo cambió
Todo sigue igual que ayer
Sigo esperando el impacto.
Flor Canosa



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