domingo, 10 de julio de 2016

Parir un legüero - Patricia Nasello / El arriero - Atahualpa Yupanqui

Había cumplido el año cuando el cura llegó al monte y su madre mandó bautizarlo Atahualpa, por el músico. El arriero es la única canción que ella sabe de memoria vaya a saber por qué. O no vaya tanto que sobre la identidad del padre desconocido él tiene sospechas fundadas. Él que no va a ser arriero porque en el monte, además de escasear todo, también escasean las vacas. Una cabra es lo que precisa.  Un cuero de cabra, para lavar y tensar.
Con trabajo, paciente, cuidadoso, esforzado, ahueca un tronco de ceiba y limpia la corteza a puro hachazo. Tiene   la varilla de quebracho blanco para el aro y también el otro aro, el de molle, para dar forma al parche. Sin adornos. ¿Para qué querría adornos un bombo macho como será su instrumento? Mientras elige el correaje que sostendrá este mundo nuevo, tan hondo, tan rico, que surge de sus manos, la cabra en la que su madre invirtiera tantos afanes agoniza. Y ella la llora, o llora la leche cuya ausencia será dolor en las tripas.   Animal desdichado, apenas le resta un puñado de alientos.
Patricia Nasello

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