Con trabajo, paciente, cuidadoso, esforzado, ahueca un tronco de ceiba y limpia la corteza a puro hachazo. Tiene la varilla de quebracho blanco para el aro y también el otro aro, el de molle, para dar forma al parche. Sin adornos. ¿Para qué querría adornos un bombo macho como será su instrumento? Mientras elige el correaje que sostendrá este mundo nuevo, tan hondo, tan rico, que surge de sus manos, la cabra en la que su madre invirtiera tantos afanes agoniza. Y ella la llora, o llora la leche cuya ausencia será dolor en las tripas. Animal desdichado, apenas le resta un puñado de alientos.
Patricia Nasello
No hay comentarios:
Publicar un comentario