miércoles, 30 de noviembre de 2016

So tired and unhappy - Valeria Iglesias / No Surprises - Amanda Palmer

Se acercaba la noche. Empezaba a oscurecer y ella deseaba no existir, no haber existido jamás. Terminaba de cenar y no entendía esa máxima de vivir la vida cómo si solo quedara un único día en la tierra, porque lo que ella ansiaba era que ese día que acababa de pasar fuera su último. Todo es peor con la oscuridad: un dolor de muelas, una angustia, una decisión mal tomada, la existencia. No era el caso de querer quitarse la vida, no. Deseaba acostarse a dormir y no despertarse nunca más. Que el corazón se detuviera como una caricia, sin dolor, sin consciencia. Detener la máquina. Detener ese círculo sin fin, que alguna vez tendría fin, sin alarmas ni sorpresas. Bajo el cobertor de plumas quedarían las heridas que no sanan, su trabajo mediocre, el gobierno que no la representaba, el terror a que el sol se apague para siempre, la contaminación ambiental y el calentamiento global. Era la noche, ella lo sabía. Entendía en carne propia eso que decían de los países nórdicos, con altas tasas de suicidio durante los inviernos de noches eternas. Algo en el fondo la sostenía sin embargo. Pero la penumbra o la luz eléctrica le producían una bruma hormonal o algo por el estilo. Dormir como si esa fuese la última noche en la tierra. Y entonces, sucedía: amanecía el sol y ella agradecía estar viva. Se prometía recordar ese momento vital. Se prometía cambiar para siempre. Se daba una tregua. Sin alarmas ni sorpresas, por favor, se susurraba frente al espejo del baño. Y sonreía.

Valeria Iglesias


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