No, reitero; perdón por la sinceridad pero me parece mejor dejar esto claro desde ahora.
Me mira de reojo y va hacia la compu. ¿Música..? ¿Puedo poner?
Sí, lo que quieras.
Bajo y preparo el desayuno para dos, con esmero, con dedicación, con un cariño que surge inusual de no sé dónde. Miro el reloj; aún faltan minutos para las doce, la hora en que quedamos, se iría. Pienso en mis hijas, tal vez irrumpan en cualquier momento. Espero que no, me digo. Tendría que inventar alguna pavada que sonara convincente. En días como éste llevo la hora clavada en mi cabeza.
Mientras subo, bandeja en mano, empieza a sonar Fito. ¡Qué viejo este tema! le digo.
Qué raro que te guste. Voy a terminar creyendo que de verdad tienes cien años.
Y tomamos mate, y hablamos del rock argentino, y nos besamos con un cariño inusual, surgido de no sé dónde; no se lo digo, no lo sabrá, pero muy, muy parecido al amor.
Viviana Abnur
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